Recuperemos la imaginación sexual

13 de Octubre, 2021 por Cèlia Morales

¿Hemos perdido la imaginación? Vivimos en la era del porno, donde la pornografía se ha convertido en el género erótico más típico, la manera más rápida de conseguir excitación sexual y obtener orgasmos. Una especie de explotación de la libido.

Cierto es que, por una parte, puede resultar un recurso muy útil para recibir estimulación sexual y activar mecanismos eróticos que nos permiten tener una vida sexual satisfactoria.

Pero… ¿Qué pasa cuando el porno es infinito, se puede consumir en cualquier momento y de forma gratuita?

La facilidad e inmediatez con la que podemos acceder a estos contenidos, enseñan al cerebro a acostumbrarse a no pensar, a hacer un click para llegar al orgasmo o incluso para el solo hecho de sentir deseo sexual.

Ante tal automatismo, se pierde la capacidad de la imaginación y, en consecuencia, olvidamos nuestra increíble capacidad para crear fantasías sexuales. En nuestra colección de historias eróticas y recuerdos a los que acudir para despertar esa chispa, encontramos un vídeo que, además, poco tiene que ver con la realidad.


Una fantasía sexual es la representación mental, realista o ficticia, de contenido diverso (romántica, erótica o explícitamente sexual), que nos genera deseo y nos lleva a la búsqueda de placer. Puede ser una experiencia vivida o simplemente algo que hemos creado en nuestra imaginación. 

¿De qué nos sirven las fantasías sexuales?

  • Son una forma de expresar intimidad, emociones y nuestros deseos más personales.
  • Nos ayudan a despertar nuestra sexualidad, generando y aumentando la excitación.
  • Permiten a uno mismo conocerse mejor, de manera más íntima.
  • Sirven como inspiración, ideas y ensayo para nuestra vida sexual real.
  • Potencia la autoestima y el vínculo en la pareja.
  • Enriquecen nuestra vida de pareja, ya que pueden servir para cuidar, reavivar, mejorar o renovar la sexualidad con la otra persona.
  • Ayudan a canalizar emociones negativas del día a día, formando, así, parte del autocuidado.
  • Es una oportunidad para escapar de la rutina y romper con la monotonía.
  • Nos ofrece la posibilidad de evadirnos de la realidad, transformar escenarios y crear nuevas experiencia que sentir… 

Recuperemos la imaginación sexual



Sin el hábito de la imaginación, si no sabemos crear fantasías, es fácil perderse en la realidad de una relación sexual.

Nos puede costar estar plenamente presente, consciente de las sensaciones que se despiertan o las señales de nuestro propio cuerpo, pues el cerebro está acostumbrado a una estimulación visual y mecánica, que no requiere esfuerzo mental –y, muchas veces, además, con el fin urgente de llegar al orgasmo.

Desarrollar nuestra capacidad de imaginación erótica, también nos ayuda en la vida real y nos enseña a tener plena conciencia, a estar aquí y ahora durante la relación sexual. 

Al entrenar la capacidad de generar fantasías se practica y se consolida el hábito de la concentración y la atención plena.

Y, así, es más fácil disfrutar del sexo con plena consciencia, relacionándonos en la interacción sexual con presencia de todos los sentidos, las emociones, las sensaciones y la conexión entre las personas que participan. 



Pautas para empezar a liberar toda (y más) esa creatividad sexual que está en nosotros:


  • Busca un lugar y un momento tranquilo, y crea tu propio espacio.
  • Practica la imaginación. Para ello, podemos escoger historias, recuerdos o experiencias que nos gusten e incorporar nuevos elementos.
  • Sin expectativas. No hay que encajar con nada ni con nadie; olvida prejuicios y cualquier tipo de pretensión.
  • Busca la sencillez y céntrate en lo simple, cuanto más fácil de imaginar y más carga de contenido personal... Mejor.
  • Activa y da protagonismo a todos nuestros sentidos. Lleva la atención al tacto, vista, gusto, olor y sonidos. Recibimos señales a través de los ojos, oídos, nariz, lengua y piel. ¿Qué mejor que aprovechar toda fuente de estimulación que nos brinda nuestro cuerpo?
  • Fíjate en los pequeños detalles (lugares, olores, el color de una prenda... Todo vale.)
  • Explora, prueba y conoce. Descubre las cosas que te parecen interesantes y atractivas, ya sean personas, situaciones o roles.
  • Identifica aquello que más te gusta.
  • Una vez identificadas esas cosas que mayor deseo o excitación te provocan, recréate en ello y poténcialo.


Y, por último, recuerda que nuestra imaginación también es gratuita, infinita e inabarcable…


¡No olvidemos la capacidad de nuestra mente poderosa! 



Muchas gracias,

Cèlia Morales 

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